Cerca de cuatrocientas personas han participado esta tarde-noche del viernes, día 22 de marzo, víspera de la beatificación del Dr. Marià Mullerat y Soldevila, en el viacrucis en el anfiteatro romano de Tarragona. Un acto que ha sido presidido por el representante del Santo Padre, el cardenal Giovanni Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y el arzobispo metropolitano de Tarragona, Mons. Jaume Pujol.
El anfiteatro romano, lugar del martirio de los Santos Fructuoso, obispo, y de sus diáconos, Augurio y Eulogio, ha sido el escenario elegido para meditar el camino de la Cruz de Jesús, el día antes en el que otro mártir, Marià Mullerat, será proclamado beato en la Catedral. «El Cristo que confesaron los santos mártires es el mismo que confesó el beato Mariano», ha dicho el Sr. Arzobispo, deseando que esta beatificación «sea una bendición para la archidiócesis, una purificación, un nuevo impulso misionero y también perdón de nuestros pecados».
El Santo Cristo de Marià Mullerat
El vía crucis ha contado con un detalle significativo, lleno de simbolismo y emotividad, y es que el Santo Cristo, llevado por cofrades de la Real y Venerable Congregación de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Tarragona, era el que Marià Mullerat tenía en su habitación, ante el que había rezado tantas veces y al que dio un beso antes de salir hacia el martirio.
Las meditaciones de cada estación del viacrucis han ayudado a conocer el firme testimonio de Marià Mullerat como cristiano, pero también como médico y alcalde. Marià Mullerat ha sido definido como una persona que pasó por la vida haciendo el bien a todos movido por la virtud de la caridad, que nunca separó la fe de su vida profesional y actuación política, incluso ante el riesgo de sufrir persecución, y que murió perdonando a sus verdugos.